DESPEDIDAS Y REGRESOS EN EL BOXEO 4. WILFRED BENÍTEZ

Despedidas y regresos en el boxeo

Wilfred Benítez

Luis Ramón Molina
Venezuela

      


    Conocido también como el “radar” o la “biblia del boxeo”, Wilfred Benítez

Fue un boxeador puertorriqueño que desde joven iba a mostrar cualidades únicas para este deporte, cualidades no sacadas en el gimnasio, sino más bien,  sacadas de la cuna.

Wilfred nació el 12 de septiembre de 1958 en Nueva York; pero se trasladó desde muy joven a Carolina, Puerto Rico, donde a la edad de 15 años, y con una falsa acta de nacimiento, empezaba su andar en el deporte de los puños, guiado por su padre, y en compañía de otros boxeadores más.

Velocidad, quiebre de cintura, pegada y mucha disciplina hacían del “radar” un púgil diferente, era admirable ver como esquivaba golpes sin problema, su juego de piernas impresionaba a propios y extraño, era normal para él ver como sus rivales fallaban e incluso terminaban pegándole al aire cuando lanzaban sus golpes.

Luego de dos años como profesional, y con un registro invicto de 25-0 con 20 nocaut  reta al consagrado campeón colombiano Antonio Cervantes, quien para ese momento, era el monarca Wélter Junior de la Asociación Mundial de Boxeo, (AMB), y quien era un púgil con mayor experiencia y recorrido sobre los encordados, por lo que partía como claro favorito en esta reyerta. 

La pelea se terminó realizando el 6 de marzo de 1976, noche en la que el boricua iba a brindar una verdadera cátedra de boxeo y así con tan solo 17 años y 5 meses de edad, se convertiría en el campeón más joven de la historia, registro que aún nadie le ha quitado. 

Esta corona fue defendida por el “radar” 3 veces de manera exitosa, hasta que  en  1979 sube de categoría para intentar conquistar el cetro welter del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), faja que estaba hasta ese momento en poder del mexicano Carlos Palomino, quien también fue víctima de la calidad del boricua, pues iba a caer por puntos para así perder su diadema, misma que pasaba a las manos de la “Biblia del Boxeo”, quien luego de defenderla una vez, también la perdería en noviembre de ese mismo año.

 Y justo en noviembre de ese mismo año, Sugar Ray Leonard, fue el siguiente rival del puertorriqueño, un verdadero juego de ajedrez dentro de un cuadrilátero, cuyo jaque mate llegaría en el último asalto, cuando Leonard  conectaría a Benítez con claridad, y el réferi por precaución detiene el combate, perdiendo así su invicto el boricua.

Pero ahora es que la biblia iba a tener capítulos y versículos para regalar al mundo, y solo dos años después, en 1981, y tras una gran presentación, Benítez iba a convertirse en el quinto boxeador en lograr coronas mundiales en tres categorías diferentes, el primer latinoamericano en lograrlo, el primero en hacerlo desde que Henry Armstrong lo lograra cuatro décadas antes, y el más joven en conseguirlo, todo tras ganar por la vía del cloroformo en 12 vueltas al peleador Trinitense Maurice Hope, quien para el momento era el monarca  CMB de las 154 libras

Con la corona en sus manos el boricua iba a defenderla con éxito dos veces, ganando por punto al futuro campeón mundial  Carlos Santos y a la leyenda panameña  Roberto Durán, antes quienes seguía demostrando que el “radar” seguía firme, o al menos eso parecía.

Este cetro mediano Jr del Consejo Mundial de Boxeo, Wilfred iba a perderlo el 3 de diciembre de 1982 ante Thomas Hearns, empezando así el momento que nadie esperaba.

La pelea contra Thomas Hearns, marcó un antes y un después en la vida del gran campeón puertorriqueño. No había de su parte el mismo compromiso ni esfuerzo con el gimnasio, y empezaron a llegar las derrotas innecesarias, su padre se separó de él ya que no hacía caso, y así, a pesar de ser muy joven, los mejores momentos de Wilfred el “Radar” Benítez ya habían pasado.

En 1986 viaja a la ciudad de Salta Argentina, donde es noqueado por Carlos Del Valle Herrera, un púgil cuyo nivel no era ni de lejos parecido al de Benítez, pero  estas derrotas por más que dolieran, eran las que pedían a gritos, un cambio en la vida del campeón.

Como si esto fuera poco, y a la descendiente carrera del boricua le faltara algo, en Argentina le roban sus pertenencias incluyendo dinero y pasaporte, por lo que toca estar un año en el país sudamericano viviendo de las ayudas que allí le pudieran brindar, vuelve a su tierra luego de 12 meses.

Cuatro años más tarde, y no se sabe en busca de que, regresó para realizar cuatro combates contra boxeadores desconocidos, luego de perder dos y ganar dos, dice adiós al pugilismo para siempre.

Es cierto que Desde 1996, Benítez es integrante del Salón de la Fama Internacional del Boxeo, pero es cierto también, que hoy requiere de asistencia constante, pues está postrado en cama, padeciendo el efecto de los golpes recibidos desde temprana edad, golpes y  secuela que ni la mejor técnica de un prodigio como él, pudo evitar.

Hablar de Wilfred Benítez es hablar de logro, victorias, calidad, grandeza, talento y deleite sobre un ring; pero también, él es el más vivo ejemplo de que por más hermoso que el boxeo pueda ser, el mismo pega y pega fuerte, no es un juego y todo suma,  la indisciplina termina pasando facturas, y las mismas terminan siendo muy caras, al punto de que luego, no hay como pagarlas.

Se evidencia aquí las dos caras de una misma moneda, por una parte todo era gloria en un principio, pero el final y el retiro completamente amargo,  de tenerlo todo a no tener nada, de ser quien posee los récord más grandes que algún púgil pueda tener, a vivir postrado necesitando la atención de todos las 24 horas del día. Un grande cuya grandeza no le pudo alcanzar, un prodigio que acabó como un simple mortal.

 Siempre será recordado como esa biblia que hoy está cerrada para siempre, pero que releerla será  motivo de gloria y aplausos, motivo de noches inolvidables dentro de los encordados

Hoy el “Radar” ya no tiene la misma precisión de hace unos años. Ya no puede intuir lo que hará su oponente, así que el “Radar” parece desgastado por dar tanto y recibir tan poco, pero su recuerdo está presente hoy más que nunca en millones de corazones, así que aunque  ya no siga esquivando golpes, el “Radar” está latente.

 

  

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